sábado, 12 de enero de 2013

Vuelo.

Un salto y el suelo cada vez más cerca. Caída en picado que frena a base de la fuerza de unas alas acordes a su realeza. Con un elegante giro, endereza el rumbo e inicia su camino a través de las montañas. Sorteando las copas más altas de los árboles de su territorio, planea observando a sus humildes siervos. Hoy solo es un vuelo de placer, mañana quien sabe que ser acabará en su exquisito menú. 

Aquí, en sus vastas tierras, pocos hay que osen hacerle frente. Con sus afiladas garras como freno, se detiene en el saliente más pronunciado que encuentra. Desde una de sus almenas, contempla los animales que huyen ante su cercana presencia. Su sombra alargada, proyectada por el sol sobre el suelo alfombrado de hojas, ha dejado claro quien manda en la zona. Orgullosa de su poderío, lanza un chillido que proclama una advertencia que ya todos conocen de sobra. 

De nuevo, inicia el vuelo, esta vez hacia arriba. Confundida entre las nubes oscuras que comienzan a cubrir el cielo de la tarde, se acerca a las zonas más cercanas al terreno del hombre. El hombre que caza por placer, que usa armas que la naturaleza no le dio, que enmascara su miedo entre complejos de superioridad. El hombre que se cree dueño de todo. Que ignorante es el hombre, que lejos está de la verdad. Otro chillido, esta vez con una nota de rencor, y media vuelta. Vuelta al hogar.

Con las primeras gotas de lluvia, el águila imperial, señora de los cielos, dueña de las montañas, llega a su nido. A cubierto entre los recovecos de la cima más alta, contempla el reino que la naturaleza le otorgó. En este particular rincón del mundo, donde la vida aún mantiene viva su esencia y recuerda su origen. 




Tayne.

No hay comentarios:

Publicar un comentario