domingo, 13 de enero de 2013

Tonterías y estupideces.

"Qué se podía esperar de él con las pintas que lleva".

Así terminaba el discursito por Twitter de un iluminado ayer por la noche. Hablaba de un tema que puede ser discutido, eso sin duda. Yo mismo tengo opiniones enfrentadas. Pero de ahí, a soltar perlitas como la de arriba o la de "mira donde está la puta izquierda", queda un mundo. Y eso me hace pensar hasta que punto la juventud de hoy en día repite los patrones que los padres le enseñaron. Y como se equivocan haciendo eso.

Crecí en un pueblo, y estoy harto de tópicos. He visto crecer a niños de mi edad que de ser normales, pasaron a ser franquistas acérrimos. Sin saber ni siquiera que significaba ser eso, solo porque sus padres, pijos terratenientes de pueblo, se lo habían inculcado. Y allá iban tan orgullosos ellos, gritando su afiliación a los cuatro vientos, luciendo banderas y distintivos a juego. Lo peor, es que la tontería no se pasó con los años.

Otro de los tópicos usuales en un pueblo, es mirar de reojo y con desprecio al que lleva "malas pintas". Pensaréis: ¿Pero se merecían tal desprecio? Pues depende. Como en todo. Pero si miráis las noticias veréis como depende de que percha lleve el traje, se sabe cuanto roba. Porque robar, la mayoría. A las pruebas me remito. El caso, que me desvío. Que aprendí, también mientras crecía, que no por llevar un traje, o más común en mi edad, polito, pantaloncito de pana y zapatitos, se es mejor persona, más honrado o más normal. De hecho, estaba cansado de aguantar a ese tipo de personas mientras se reían de cualquiera porque no podían comprar tal cosa de última generación, o porque llevaban tal bicicleta destrozada, o porque su fuente principal de ropa era un simple mercadillo donde la marca principal era "Acliclas" en vez de Adidas.

Y al conocer a esas personas de malas pintas, vi que la mayoría eran personas normales que ni siquiera prestaban atención a los insultos. Se limitaban a vivir su vida y disfrutar de sus amigos, sin más preocupaciones que las propias de la edad. Incluso con el tiempo han demostrado que pueden aportar más al mundo que cualquiera. Pero no todos. En algunos vi el mismo rencor que veía en los contrarios, no sé si estaba ahí por invocación propia, porque lo aprendieron de sus padres o como respuesta a las provocaciones. Ahora, de mayores, lo sigo viendo en ambos lados. Pero ahora si tienen medios y armas para enfrentarse en condiciones.

Entonces, vuelvo al presente. Me encuentro de vez en cuando jóvenes que son calcos, indudablemente, de sus padres. Que defienden las mismas ideas sin argumentación ninguna. Que recurren a los insultos, a los tópicos y a la descalificación y generalización como principal fuente de razones. Siempre que se encuentran en un debate, se olvidan del tema principal, del análisis de las causas y razones. Se dedican simplemente a plasmar sus ideas y rechazar todas las demás de forma despectiva. Y me repatea. Porque no se han molestado en informarse. Porque van a lo fácil y no escuchan a nadie. Sin sentido ninguno de la crítica propia.

Que decepción se llevarían algunos socialistas si vieran las diferencias entre los ideales que defendía Pablo Iglesias y lo que actualmente defienden cuatro trepas que solo buscan el dinero del gobierno. Que pena me dan los populistas que solo votan porque son los suyos, perdonándoles todo: robos, engaños, decepciones... Ambos bandos pasan por alto todo eso, para seguir enfrentándose y mirando para otro lado cuando sus politicuchos de turno lo hacen mal una y otra vez. 

Así nos va, así nos irá durante mucho tiempo. Porque todavía tenemos gente en ambos lados que no se molestan en preguntar a tanto indignado por qué pelean, que derechos son esos. Simplemente los descalifican porque "que pintas son esas". Con esas pintas solo pueden pedir tonterías propias de jóvenes sin experiencia ninguna. Pero ya no son solo jóvenes. Son jóvenes, adultos, ancianos, niños. Todo eso, peleando por los derechos de todos. Derechos tanto para un extremo del hemiciclo como para el otro. Derechos que acaban en la papelera sin que hagamos mucho todavía por evitarlo. Y la mayoría de esa gente que tiene "buenas pintas" mirando para otro lado mientras los políticos, oh grandes representantes del pueblo, los ignoran y pisan. Por eso las cosas no cambian. Por eso seguimos en el fondo de la crisis.

Y para terminar, no puedo dejar de pensar que esto ya se repitió. Que me suena de algo. Que nos pasa porque lo llevamos en la sangre, porque decirse español conlleva llevar de apellidos este conjunto de idioteces propias de la madre patria. Y si no solucionamos eso, si no dejamos de pensar que la ropa marca a la persona, que el bando contrario es el enemigo, que uno mismo es mejor que el resto... No vamos a salir de ningún sitio. Seguiremos hundidos en la estupidez.




Tayne.

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