viernes, 11 de enero de 2013

Apagas la luz.

Apagas la luz y es todo lo que necesito para llegar a ti. Sin tiempo para nada, recorro con besos todas las curvas de tu cuerpo. Tu risa solo hace que la luna que nos ilumina por la ventana brille con más fuerza. Las notas de una melodía imaginaria marcan el ritmo de los besos que fluyen entre nosotros. Tu larga melena, suelta por fin, se derrama por mi almohada. Y tu sonrisa se calca en mí, lo veo en tu mirada. Es el momento de decidir pasar la eternidad mirando el jade de tus ojos hasta que el cielo se caiga sobre nuestras cabezas, o darle la razón al instinto que me empuja a perderme en ti, hasta que solo el cansancio nos pare en contra de nuestra voluntad. Antes de que yo, torpe de mí, tome ninguna decisión, tú, dueña de mi cuerpo como siempre has sido, como siempre serás, me haces caer sobre ti. Y da comienzo nuestro particular tango, compuesto a medias entre los acordes de nuestra piel. Tu y yo, capaces de transformar un día en noche.




Tayne.

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